domingo, 5 de diciembre de 2010

  • "Franco era un personaje que no tenía ningún sentido del humor", dice
  • Asegura que el dictador "no tenía biblioteca y carecía de libros de consulta"

EFE/ Radio Televisión Española

Franco es el personaje de la historia de España que más chistes ha generado. Es lo que asegura el historiador Gabriel Cardona, que acaba de publicar Cuando nos reíamos de miedo, una "crónica desenfadada de un régimen que no tenía ni pizca de gracia".
Y eso que para Cardona, el dictador era un hombre "soso" y "sin ningún sentido del humor".
El humor fue "una herramienta contra la dictadura", "una forma de resistencia, una alternativa de oposición" al régimen, afirma Cardona (Es Castell, Menorca, 1938), doctor en Historia y ex militar de carrera por tradición familiar -"mi familia era militar, católica y de las Jons", resume-.

El chiste es un "chispazo" de la inteligencia

La mayoría eran de oposición y lanzaban sus dardos preferentemente contra la diana de Franco, pero también los había franquistas.
"Franco era un personaje que no tenía ningún sentido del humor, era tímido, terriblemente tímido -subraya-, y los tímidos siempre tienen miedo a meter la pata y él siempre tuvo un cuidado exquisito de no hacerlo".
El humor es "arriesgado, imprevisible, es el trapecio de la imaginación y Franco nunca se atrevió a exponerse a esas cosas tan peligrosas, siendo, además, como era, una persona muy preocupada por su fama, por el qué dirán", asegura.

Franco sonrió sólo tres veces

Tras visionar las cintas del Nodo, Cardona afirma que sólo ha visto sonreír abiertamente a Franco en un par de ocasiones: cuando se encontró con Hitler en Hendaya, en la frontera hispanofrancesa, en 1940, y con Eisenhower en Madrid, en 1959.
Y cuando Eva Perón visitó España en 1947, donde se la recibió con honores de jefe de Estado. Pero en aquella ocasión "sonreía más con la mirada, se le iban los ojillos".
La radiografía que Cardona hace de Franco en este libro que, según puntualiza, "no es de humor, sino que está hecho con humor", es demoledora, pues adolecía además de cultura.

Sin cultura

"El jefe del Estado no tenía biblioteca y carecía de libros de consulta. No tenía ni un diccionario", afirma Cardona, y recuerda que Franco salió de la academia militar con "uno de los peores resultados" de su promoción y después sólo hizo un "pequeño" curso de tiro, pero "sin exámenes".
"No aprende nada, no sabe conducir, no sabe nada, ni idiomas, pero tiene una astucia, una sensibilidad hacia el mando tremenda", apunta el autor de "Historia del Ejército".
"Esa discrepancia entre el Franco soso, callado y sin humor y el español que se ríe a carcajadas por cualquier cosa es ilustrativa -reflexiona- de lo que era el régimen y su realidad social".
Cardona aboga por abrir de par en par las ventanas de nuestro pasado para que España recupere "su identidad" porque "un pueblo sin identidad, sin referencias es dramático (...) Sin referencias no es posible una política nacional, la gente no se siente española, se siente otra cosa".

Humor sobre Franco

Una realidad en la que brillaban con luz propia "la trilogía del humor": la revista La Codorniz, "el gran referente humorístico español durante muchísimos años"; el "gran humorista gráfico Antonio Mingote y, en la radio, Miguel Gila, "el gran dinamitador de la formalidad franquista".
La Codorniz, fundada por falangistas especialistas en lanzar mensajes subliminales contra "esa España seca, triste y enjuta del clero y del Ejército", le sustituyeron al final del franquismo otras revistas con un humor más abierto, más radical.
En 1972 llegó a los quioscos el semanario Hermano Lobo, promovido por Chumy Chúmez, y con la colaboración de escritores como Vázquez Montalbán, Francisco Umbral y Manuel Vicent, y como dibujantes, con Forges, Jaume Perich, Manuel Summers, y más tarde con Ops (El Roto).
En 1973, apareció el también mítico El Papus, que se proclamaba "Revista satírica y neurasténica", fundado por Xabier de Echarri, y en 1974 salió Por Favor, como una escisión de Hermano Lobo, con Perich y Vázquez Montalbán en la dirección y con Forges, Máximo, Juan Marsé, Maruja Torres y Josep Ramoneda de colaboradores.

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